30 junio 2007

Solo un soplo


En este mundo
asediado de fatalismos
los hombres libres
desean sin hablar,
en este mundo
el ser añil se transforma
en el soplo innanimado
de un sueño que quizo ser
pero que quemo al hablar.

Hoy, cada soplo
infarta el fuego en su lecho
como las ruinas de aire
en que viven los indignos
los que piensan en èl,
como sangre viva
en la piedra muerta
que sucumbe ante los gritos
de los guerreros antiguos
que nacen al crecer la hierba
con hambre de nada.

En el altar humedo
nace el fuego
que se extingue al alba
en un titilante susurro de piel
como agua de manantial sordo
surgen los angeles a la cienaga
quemando hasta el ultimo cardo
de los cascos agrietados,
exaustos y jadeantes,
hijos de las sombras
beben del cantaro afilado
que exagera el alma
que agita la carne
en un juego salado
sin piel, sin aire.