29 septiembre 2005


El monje
En sus lejanas catacumbas
el monje espera tras la espera
del que espera,
bajo el manto oscuro
de las armas y los encierros.
Espera,
monje frío y pasivo
que el día de enloquecer
ha llegado
tus negras ataduras no detendran,
el fervor ardiente
que explota en cada paso,
en cada mirada,
en cada rizo espigoso.
Tus dias se cuentan
tras el arenero reloj
de la abadia del terror.
No la dejes ir monje,
no la dejes
mañana tu honra comera humus
y tu carne alimentara la hoguera
por una pasión desenfrenada
y codiciada,
adios...
...en alma y carne.